Las ventajas de consumir alimentos congelados suelen ser menos conocidas que algunas falsas creencias sobre ellos. ¿Alguna vez has preferido comprar un producto refrigerado porque lo considerabas más fresco y natural que uno del congelador? ¿Procuras no elegir alimentos congelados porque piensas que su sabor y su texturano van a ser los mismos? Ha llegado la hora de desmontar mitos.
¿Por qué los alimentos congelados son mejores que los refrigerados?
Higiene y seguridad garantizadas
A diferencia de la refrigeración, durante el proceso de congelación los alimentos se conservan a temperaturas inferiores a los 0º. Tanto frío mata las bacterias y los gérmenes impidiendo que proliferen, por eso seguridad e higiene son dos de las cualidades estrella de los productos congelados.
Los frigoríficos, especialmente los domésticos, no nos ofrecen tantas garantías. Aunque en ellos la actividad enzimática y bacteriana es menor que a temperatura ambiente, los microorganismos se siguen multiplicando poco a poco. Este es el motivo por el que un producto refrigerado nunca estará igual recién comprado que después de unas semanas en la nevera.
Asimismo, los productos congelados suelen tener plazos de caducidad mucho más amplios, normalmente de entre 1 y 6 meses en el caso de los productos domésticos y de más de 12 meses en el caso de los industriales. El pulpo congelado de cualquiera de nuestras marcas, por ejemplo, se conserva en perfectas condiciones hasta 2 años desde que finaliza el proceso de congelado y envasado.
Más nutritivos y sabrosos
La congelación es un sistema de conservación natural: asegura la preservación de los alimentos sin necesidad de utilizar ninguna sustancia química. Por eso la comida congelada no solo es más fresca que la refrigerada, también es más sana y nutritiva.
Para mantener en la nevera durante semanas un producto que a priori perecería a los 2 o 3 días, es necesaria una concentración considerable de conservantes. Esto no solo afecta a la calidad del producto final; también está contraindicado para nuestra salud.
Pero, en la congelación, simplemente se convierte parte del agua natural que contienen los alimentos en hielo. Así, no se alteran sus nutrientes con sustancias perniciosas para el organismo, ni se pierde una pizca de su textura, sus propiedades ni su sabor originales.
Listos para comer
El mercado se ha ido adaptando a las demandas del consumidor. Las alternativas en cuanto a productos congelados se han diversificado y hoy podemos elegir entre muchísimos formatos, tanto crudos como ready-to-eat.
Estos últimos son alimentos cocinados y después congelados, listos para sacar del congelador, calentar y consumir. Es casi un sueño: poder disfrutar de un alimento con todas sus propiedades y su sabor, en cualquier momento y sin demorarnos con largos tiempos de cocción. Sus ventajas para el sector HORECA son evidentes. De ahí que cada vez más hosteleros las aprecien y apuesten por los productos cocidos congelados en sus cocinas, como puede ser el caso de nuestro pulpo cocido.
¿Y qué pasa con nuestro bolsillo?
Los alimentos congelados no solo suelen ser más económicos. También está demostrado que, con ellos, aprovechamos mucho más lo que compramos. La mayoría de formatos congelados suelen presentarse ya limpios y listos para cocinar, ahorrándonos todo el proceso de limpiar el producto y desperdiciar una gran cantidad de él. Cuando se compra pescado o marisco fresco, por ejemplo, se desaprovecha entre un 30 y un 40% de la cantidad que se paga, algo que no ocurre con el de congelador. El pulpo congelado de Discefa está disponible crudo o cocido, y viene en formatos pensados para descongelar y disfrutar.
La importancia de mantener la cadena de frío
Para asegurar todas estas ventajas de la comida congelada, es fundamental mantener la cadena de frío desde que el producto se congela hasta que llega a la cocina.
Las marcas tienen una responsabilidad fundamental en esto. Todas ellas deben garantizar el máximo rigor en sus tiempos y sistemas de procesado y congelación. Solo así podemos tener claro que el producto que se va a consumir mantiene intactas sus propiedades.
Pero los consumidores o las personas encargadas de manipular los alimentos en los negocios de hostelería también juegan un papel fundamental en esto.
Por ejemplo, a la hora de hacer la compra, se deben coger los productos congelados en último lugar, cuando ya hayamos terminado y vayamos a pagar. Así evitaremos que pasen mucho tiempo a temperaturas demasiado altas que romperían la cadena de frío.
Escoger los envases que están más al fondo de la cámara frigorífica, descartar los que tengan escarcha y utilizar bolsas de congelado o con fuente de frío son algunas de las recomendaciones que se pueden seguir.
Como empresa líder en distribución de pulpo congelado, en Discefa somos muy conscientes de las ventajas de consumir este tipo de alimentos. Por eso no cesamos en la búsqueda de nuevos formatos que se adapten a las necesidades del consumidor y el canal HORECA, perfeccionando continuamente nuestros sistemas de procesado y congelación para asegurar la calidad del producto final.